El león y el mosquito luchador

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 La Fontaine

Un mosquito se acercó a un león y le dijo:

-No te temo y, además, no eres más fuerte que yo. Si quieres, ahora mismo te desafío a un combate.

Y, zumbando, cayó sobre el león y empezó a picarle en el hocico. El felino, queriéndole cazar, se arañaba con sus propias garras.

Cuando se dio por vencido, el mosquito salió algremente zumbando y, sin darse cuenta, fue a parar a una tela de araña.

Mientras esperaba su fin, se lamentaba de que él, que valientemente luchaba contra los más poderosos, fuese a morir a manos de una insignificante araña.

MORALEJA

Procura que la dicha por haber alcanzado un éxito no arruine tu vida.

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El león y el jabalí

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 Esopo

Durante el verano, cuando el calor aumenta la sed, acudieron a beber a una fuente un león y un jabalí. 

Empezaron a discutir sobre quién sería el primero en beber y, de la discusión, pasaron a una feroz lucha a muerte.

En un alto en la pelea, vieron una nube de aves rapaces dispuestas a devorar al primero que cayera vencido.

Entonces, recapacitando, se dijeron:

-¡Más vale que seamos amigos y no comida de buitres y cuervos!

MORALEJA

Las luchas inútiles solo sirven para alimentar y enriquecer a los enemigos.

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El camello y la pulga

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 Samaniego

Al que ostenta valimiento cuando su poder es tal que no influye ni en bien ni en mal, le quiero contar un cuento.

En una larga jornada, un camello muy cargado exclamó, ya fatigado: -¡Oh, qué carga tan pesada!

Doña pulga, que montada iba sobre él, al instante se apea y dice arrogante:

-¡Del peso te libro yo!

El camello respondió:

-¡Gracias, señor elefante!

MORALEJA

No es correcto darse más importancia de la que en realidad se tiene.

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Zeus y el camello

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 Esopo

El camello sentía envidia por los cuernos del toro y quiso tener los suyos propios. 

Para conseguirlos, fue av¿ ver a Zeus y le pidió que le regalara unos parecidos.

Zeus, indignado de que no se contentara con su gran tamaño y su fuerza, no solo le negó los cuernos, sino que, además, le recortó las orejas. 

MORALEJA

La envidia no es buena consejera.

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El renacuajo y la rana

 

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Hartzenbusch

-¡Deberías avergonzarte! -dijo la rana al renacuajo-. Para que te enteres, cuando yo era un renacuajo, era más hermosa que tú; no tenía esa horrible cola.

Y el renacuajo, sin inmutarse, le respondió:

-Eso es lo que yo pensaba. Tú jamás has sido renacuajo.

MORALEJA

Cada edad tiene sus propias características.

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