Cierto día se reunieron unas zorras a la orilla del río Meandro, pero como las aguas estaban muy agotadas, no se atrevían a entrar en él.
Al fin, una de ellas, queriendo humillar a las demás y presumiendo de valiente, entró al río para calmar su sed. Pero la corriente la arrastró hacia el centro del cauce. Las demás, desde la orilla, le gritaban:
-¡Dinos por dónde entrar!
Pero ella, sin querer confesar que el agua la estaba arrastrando sin remedio, les respondió:
-¡Se los diré más tarde; ahora debo ir a Mileto, pues llevo un mensaje urgente para dicha ciudad!
MORALEJA
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