Con gran desagrado, un pastor veía cómo día tras día su rebaño era cada vez menor.
-Hay un ladrón que se ha beneficiado con mis ovejas -se dijo-. Debo darle caza o terminaré arruinado.
Se puso a investigar el terreno para encontrar alguna pista y siguiendo unas huellas llegó hasta una cueva. Supuso que ahí vivía el animal que le robaba, y decidió darle caza.
Pasó muchas horas frente a la boca de la cueva cuidando la trampa que había preparado, pero, como al anochecer aún no había salido nadie de dentro., pidió al dios Júpiter:
-¡Oh, dios de dioses! Haz que, si la fiera que me roba las ovejas está en esa cueva, salga ahora mismo y venga hacia la trampa. Si me concedes este favor, sacrificaré en tu honor el cordero más hermoso de mi rebaño.
En cuanto hubo pronunciado su ruego, apareció un enorme y fiero león ante él. Asustado, el pastor gritó de nuevo al cielo:
-¡Oh, dios de dioses! Si haces que este animal vuelva a su guarida te sacrificaré mi mejor buey, en lugar del cordero.
MORALEJA
Cuando se hace un ruego, es importante pensar si lo que se pide trae realmente nuestro bienestar.
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