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Esopo
Todas las noches rondaba por una granja una zorra astuta. Su objetivo eran las hermosas y gordas gallinas que ahí criaban.
El dueño de la granja, precavido, tenía un perro que impedía a la zorra darse el festín.
Pero una noche olvidó cerrar la puerta del corral y, como quiso la suerte que todos durmieran profundamente, la zorra pudo entrar y acabar con todas las gallinas.
A la mañana siguiente, al ver los destrozos ocasionados en el gallinero, el dueño se puso furioso y, en lugar de echarse la culpa a sí mismo por haber dejado la puerta abierta, regañó duramente a su perro guardián.
-¡Eres un haragán! -gritó al animal-. ¡No sirves más que para comer y dormir! ¡Si hubieras estado más despierto habrías podido dar la voz de alarma!
-¡Y si hubieras cerrado la puerta -respondió el animal-, nada de esto hubiera ocurrido! Si tú, que eras el más interesado, dormías profundamente, ¿quieres que yo, que ni gano ni pierdo, desperdicie el sueño?
Pero el amo no comprendió los razonamientos del perro y, furioso, agarró un palo para darle en las costillas.
MORALEJA
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