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Un día, la gente acercó sus niños a Jesús. Pero los discípulos los reprendieron; ¡no querían que Jesús fuera molestado por los niños! Entonces, Jesús les dijo: "Dejad que los niños se acerquen a mi". Los discípulos le obedecieron. Jesús atendió a los niños; los bendijo, los tomó entre sus brazos y los sentó en sus rodillas. Luego les explicó a sus discípulos que para Dios los pequeños, los débiles como los niños, eran tan importantes como los mayores.
Tomado de Gilles-Sebaoun É., Roederer C.. (1999). Mi Primera Biblia. 3a reimpresión México: Megaediciones.
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