Un ratón correteaba sobre un león dormido hasta que este se despertó. Enfurecido, el león le rugió.
-¡Nunca más vuelvas a interrumpirme la siesta!
Pero el valiente ratoncito respondió:
-Si me perdonas, algún día te haré un favor.
-¡¿Un favor tú a mí?! -exclamó el león divertido.
-Nunca se sabe...-repuso el ratón.
El león, desconcertado, lo dejó marchar. A los pocos días, cayó en una trampa y, al no poder soltarse, empezó a rugir desesperado.
Para su suerte, lo oyó quejarse el ratoncillo que, con sus afilados dientes, royó las cuerdas hasta liberarlo.
Cuando terminó su trabajo, le dijo:
-Ya ves... Soy pequeño, pero te he salvado la vida.
MORALEJA
No debemos subestimar a los demás.
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