Hizo un largo viaje con su esposa Sara, sus sirvientes y sus rebaños de animales. Guiado por Dios, Abraham llegó un día a la tierra de Canaán.
Dios le regaló a Abraham esa tierra donde se instaló. Después Dios le prometió que le daría un hijo. Abraham se sorprendió porque era muy viejo y Sara también. Sin embargo, nada es imposible para Dios; Él quería hacer una alianza con Abraham, ser su amigo para siempre. Y Dios le prometió que sería el patriarca de un gran pueblo. Un año más tarde, tal como Dios se lo había prometido, Sara dio a luz un niño. A petición de Dios, el bebé recibió el nombre de Isaac.
Isaac creció y se convirtió en un joven.
Dios le pidió entonces a Abraham algo muy difícil de hacer: ofrecerle a su hijo Isaac en sacrificio. ¡Dios le había dado un hijo a Abraham y ahora se lo quería quitar!
Abraham se sintió muy triste pero obedeció: llevó a su hijo Isaac a la montaña más alta. Y, cuando se disponía a matar a su hijo para ofrecerlo a Dios, un ángel le detuvo la mano.
En efecto, Dios nunca había tenido la intención de llevarse a Isaac; sólo quería saber si Abraham lo amaba a tal punto de ofrecerle su único hijo. Y Dios bendijo a Abraham, que le sacrificó un cordero en lugar de Isaac.
Tomado de Gilles-Sebaoun É., Roederer C.. (1999). Mi Primera Biblia. 3a reimpresión México: Megaediciones.
¡Visita mis productos seminuevos para bebé y demás miembros de la familia!
Apoya con tu donativo vía Paypal
No hay comentarios:
Publicar un comentario