Había una vez un hombre muy, pero que muy feo. Se creía, sin embargo, el más hermoso. Acusaba a los espejos de mentirle y los evitaba a toda costa.
Para no aburrirse, solía ir al campo a pasear y ahí meditaba sobre su hermosura.
Un día, durante el paseo, llegó a orillas de un gran lago, profundo y cristalino, y decidió quedarse a descansar en sus márgenes.
Al ver su feo reflejo, el hombre se irritó, pero pronto comprendió lo equivocado que había estado. "Los espejos son como los defectos de los demás pensó-. Siempre reflejan nuestros propios defectos."
MORALEJA
Cuando veas el defecto ajeno piensa que estás viendo tus propios defectos.
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